La ansiedad es un sistema de alerta y activación del organismo. Está relacionado con el concepto de amenaza, ya que su función es movilizar al organismo para elaborar una respuesta a los estímulos del medio. Dependiendo de estos estímulos, la ansiedad nos prepara para luchar, atacar, huir, buscar elementos de seguridad, preservar nuestro bienestar o simplemente aprobar un examen.
La ansiedad implica tres tipos de aspectos o componentes:
- Cognitivos: anticipaciones amenazantes, evaluaciones del riesgo, pensamientos automáticos negativos, imágenes importunas, etc.
- Fisiológicos: activación de diversos centros nerviosos, particularmente del sistema nervioso autónomo, que implica cambios vasculares, respiratorios, etc.
- Motores y de conducta: inhibición o sobreactivación motora, comportamiento defensivo, búsqueda de seguridad, sumisión, evitación, agresividad, etc.
La ansiedad tiene distintos niveles, pero los más importantes son los que diferencian a la ansiedad adaptativa y la desadaptativa.
La ansiedad adaptativa es el nivel de activación justo para dar la respuesta que necesitamos para conseguir nuestro objetivo. Por ejemplo, la contracción muscular que sufrimos para proteger nuestro organismo de lesiones, cuando anticipamos un accidente con el coche.
La ansiedad desadaptativa es el nivel demasiado alto de activación que nos dificulta dar la respuesta que necesitamos para conseguir nuestro objetivo. Por ejemplo, el que nos provoca un ataque de pánico cuando tenemos que hablar en público.
Si la ansiedad no varía dependiendo de los estímulos a los que hacemos referencia o siempre alcanza niveles desadaptativos, entramos en lo que se denomina trastornos de ansiedad.
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